domingo, febrero 09, 2025

Sindrome de la edad dorada

Medianoche en París

Muchas son las personas que, según van cumpliendo años, suelen pensar que los años vividos tiempo atrás eran mejores (a pesar de haber podido pasar alguna que otra penuria), sintiendo una especial nostalgia hacia aquella época.

También hay quien siente una especial atracción hacia épocas pasadas (ya sea de hace algunas décadas e incluso periodos históricos algún siglo atrás), sintiendo que la forma de vivir aquellos tiempos era mucho mejor y sintiéndose muy identificados con la forma se ser, pensar, vestir u obrar que se tenía y que hubiese sido mucho más feliz de haber nacido en aquel momento.

Este tipo de planteamientos son conocidos como ‘síndrome de la edad de oro’ o ‘síndrome de la edad dorada’ y se basan en la errónea e inexacta percepción que se tiene a veces de que aquello que ya hemos vivido o vivieron nuestros antepasados había sido mejor.

Lo de idealizar el pasado nos sucede a todos, pero pensar que las épocas que no vivimos fueron infinitamente mejores entraña algunos peligros.


La nostalgia


Habla Sveltlana Boym de dos tipos de nostalgia en esta vida: reflexiva y restaurativa. La primera de ellas es más beneficiosa o, por lo menos, más práctica. Consiste en un vistazo hacia el pasado, dándonos cuenta de que las cosas sin duda han cambiado y ahora son diferentes, pero sin que eso signifique que antes eran mejores. Más bien al contrario, nos hace percatarnos de que a día de hoy hay, sin duda, muchos avances que hacen nuestra vida más sencilla. La nostalgia restaurativa, sin embargo, es, según la autora, más peligrosa, y buena parte de los populismos actuales se nutren de ella: tiene como objetivo restaurar una Edad de Oro idealizada.

A cuento con esto, la nostalgia que es esa sensación dulce y extraña, la herida que no sana del todo porque no dejamos de rascarla, no es nada nuevo. Somos nostálgicos, pero siempre lo hemos sido. Descrita en 1688 por primera vez en Suiza, hacía referencia a los soldados que luchaban en el extranjero y a los que aquejaba un mal incurable cuando se encontraban fuera de casa. Tenía sentido, pues al fin y al cabo la nostalgia personal se nutre justamente de eso: los recuerdos de la propia vida que ya no volverán. Cualquier tiempo pasado fue mejor, y todo eso. Sin embargo, también podemos hablar de una nostalgia global, que nos hace de nuevo suspirar por esa Edad de Oro idealizada que jamás vivimos.

Descrita en 1688 por primera vez en Suiza, la nostalgia hacía referencia a los soldados que luchaban en el extranjero y a los que aquejaba un mal incurable cuando se encontraban fuera de casa


El Sindrome de la edad dorada


Incluso hay una palabra para expresar esta extraña nostalgia: anemoia. Nostalgia por algo que no vivimos nunca. ¿Cómo es posible algo así? Woody Allen lo describía muy bien en su película 'Medianoche en París', hablando del llamado 'Síndrome de la edad de oro'. Gil, el protagonista, está obsesionado con los locos años 20 en París, pero cuando por casualidad viaja a ellos se da cuenta de que aquellos que los vivieron creían que la vida en la Belle Èpoque era infinitamente mejor, y todo así en un ciclo sin fin de personas descontentas con el presente.

Según consta, ya en la mitología griega se hizo referencia a ello, apareciendo en varios escritos y en los que se describía como ‘edad de oro’ a una etapa en la que los seres humanos vivían en un estado utópico e ideal, de forma pura y con el don de la inmortalidad.

La idea de la edad de oro o que el tiempo vivido en el pasado fue mejor también ha sido un recurso frecuente en la literatura y cinematografía, creándose numerosas obras en las que la base de la trama es ese viaje nostálgico al pasado, encontrándonos que una de las últimas y más exitosas películas en las que se utilizó fue el filme ‘Medianoche en París’ (Midnight in Paris) de Woody Allen y estrenada en 2011, en la que el protagonista, Gil Pender (interpretado por Owen Wilson), hace un extraño viaje nocturno al pasado, descubriendo la fascinación por la década de 1920 y rodeándose de los más curiosos y fascinantes personajes, intelectuales y artistas de la época.

El "síndrome de la edad de oro" o "síndrome de la edad dorada" es un fenómeno en el que las personas tienden a idealizar el pasado, creyendo que los tiempos pasados fueron mejores, a pesar de las dificultades que pudieron haber enfrentado en aquel entonces.

Esta percepción se basa en una nostalgia por épocas pasadas, a menudo alimentada por la literatura, el cine y la mitología griega, que describe una "edad de oro" utópica en la que los seres humanos vivían en un estado idealizado de pureza y felicidad.

Es natural sentir nostalgia de vez en cuando, pero en este caso, la nostalgia se convierte en una forma de distorsionar la realidad, de ver el pasado con un brillo que tal vez no tuvo, y al mismo tiempo, de percibir el presente como algo permanentemente insatisfactorio o falto de valor.

La moraleja es clara: siempre estaremos descontentos con el momento que nos ha tocado vivir, aunque algunos romantizarán el pasado más que otros. No es difícil romantizar la propia infancia, creyendo que fue mucho más feliz de lo que lo fue.

No se trata de algo subjetivo o propiamente freudiano, sino que está en nuestra biología: varios estudios han demostrado que el control de recuerdos indeseados está vinculado a una mayor actividad de la corteza cerebral frontal izquierda y derecha, lo cual reduce la del hipocampo, que alberga el área de la memoria. Es decir, nuestra mente juega con nosotros para que toleremos mejor todo lo que sucedió, aunque con trampa, pues acabamos creyendo en quimeras sobre un pasado idealizado que, probablemente, no sucedió nunca.

El síndrome de la edad de oro no solo existe, sino que se encuentra más presente que nunca. Es natural en los contextos difíciles

Y en una época melancólica como la que vivimos, el síndrome de la edad de oro no solo existe, sino que se encuentra más presente que nunca. Es natural en los contextos difíciles. En un mundo como el actual, plagado de incertidumbres y posibles peligros constantes (guerras, pandemias, cambios climáticos), no parece complicado suspirar por un pasado que fue mejor. En 2020, tras el trauma vivido por el coronavirus, muchos comenzaron a alzar la voz recordando los locos años 20 del pasado siglo, en los que la gente también despertaba del trauma de la guerra para vivir un periodo idílico.

Pero es que, además, tenemos muchos más estímulos que nunca. Las series de televisión y los anuncios juegan con la idealización del pasado constantemente: programas ambientados en los años 80, películas que recuerdan el glamour de la Era Victoriana, campañas de moda que recalcan que los 90 vuelven a estar aquí... parece difícil escapar de todo ello.

El populismo se basa en la idea del retorno a una época pasada y mejor, y también juega mucho con el concepto de la vuelta al hogar

Pero el síndrome de la edad de oro es peligroso. Por un lado, porque la nostalgia puede ser dañina para los humanos, alterando los recuerdos del pasado y complicando innecesariamente el presente. Según muchos psicólogos, aunque la nostalgia en algunas ocasiones puede ser beneficiosa, la mejor manera de evitar la depresión es estar atento a lo que sucede ahora en el presente y no descartarlo.

Por otro lado, en términos generales y centrándonos en la sociedad, la nostalgia como decíamos también puede ser peligrosa. El populismo se basa en la idea del retorno a una época pasada y mejor, y también juega mucho con el concepto de la vuelta al hogar. Esta es la clave: la nostalgia es un regreso al hogar, y sirve para crear fronteras entre el 'nosotros' y el inmoral 'ellos', creando una división intergrupal entre la gente y las élites. El retorno a casa no es tan diferente de lo que buscaban los soldados suizos que se encontraban en el frente en el siglo XVII, pero igual que no debemos perdernos en las quimeras del pasado y olvidarnos de vivir el presente, sería mucho más efectiva una política orientada hacia el futuro y no retrospectiva, que sea honesta con el pasado (sin florituras) y, por supuesto, optimista sobre el futuro.


El engaño de la mente


Este fenómeno se presenta cuando nuestra memoria selecciona solo los momentos más agradables del pasado, mientras que minimiza o directamente olvida las dificultades que también existieron. Suele ocurrrir cuando atravesamos momentos difíciles y empezamos a revivir aquello que tanto nos gustó, pero en este caso es un comportamiento engañoso de nuestra mente porque es como si nuestra mente editara los recuerdos, creando una versión más idealizada de lo que fue. Eso no quiere decir que no se hayan vivido esos buenos momentos, pero lo que sucede es que los percibes ahora con una perfección que quizás no tenían en su momento.

El riesgo de vivir bajo la creencia de que "cualquier tiempo pasado fue mejor" es que puedes empezar a desconectarte del presente. Al estar constantemente comparando lo que vive ahora con esa versión glorificada del pasado, te resulta difícil disfrutar o valorar las experiencias actuales. Además, esta idealización puede llevar a una insatisfacción continua, ya que el presente nunca parece estar a la altura de ese recuerdo tan pulido y emocionalmente significativo.

Otro peligro de este síndrome es que puede hacerte sentir estancado. Si sientes que lo mejor ya ha pasado, puede haber una falta de motivación para avanzar o para abrirte a nuevas oportunidades. Es como si estuvieras en una especie de pausa emocional, con una parte de ti siempre mirando hacia atrás, sin permitirse vivir plenamente el aquí y ahora, en la que puede verse afectado tu bienestar emocional, aumentando los sentimientos de frustración, tristeza o incluso depresión, porque no sientes que lo que tienes actualmente está a la altura de tus expectativas.

Este síndrome, además, puede influir en la forma en que te relacionas con los demás ya que podrías llegar a sentir que las conexiones que tenías en el pasado eran más profundas que las que tienes hoy, lo que podría llevarte a aislarte o a no valorar las relaciones que estás construyendo en este momento. Pero, por otra parte, es ese pasado lo que te trajo hasta aquí y lo que te ha convertido en lo que eres hoy, por lo que si volvieras atrás, volverías a tener los mismos problemas que tuviste en su día, pero que ahora tu mente ha borrado.


Desmitificar el pasado


Lo importante aquí es entender que, aunque es normal y humano mirar al pasado con cariño, idealizarlo en exceso puede ser perjudicial porque a fin de cuentas ya pasó, aunque en tu mente esté sucediendo otra cosa. Donde realmente estás es en el presente y para desmitificar el pasado hay que saber equilibrar el valor de los recuerdos con lo que te está tocando vivir en el momento presente. Las personas que tienen el 'síndrome de la edad de oro' son plenamente conscientes de que a veces viven estancados en ese pasado y se esfuerzan por vivir el presente, pero hay que aceptar que las cosas cambian y dejar ir lo que ya no puede ser.

Las personas que tienen el 'síndrome de la edad de oro' sienten que volver al pasado es un refugio donde todo tiene el sentido que ahora no le encuentran a su vida, pero quizás no se encuentren porque no sale del pasado. Vivir con el 'síndrome de la edad de oro' es caminar en una cuerda floja entre lo que fue y lo que es. Es querer quedarse en el pasado, pero saber que se debe avanzar y aunque muchas de estas personas intentan disfrutar del presente, siempre hay una parte de ellas que se siente fuera de lugar, como si nunca pudiera estar tan bien como en aquellos días dorados que había idealizado en su mente.

Vamos a seguir el consejo que nos da "El sueño de Morfeo" en su nueva canción:…"no mires atrás porque lo mejor está por llegar"… Hay que ser optimista .