Somos seres sociales y estamos programados para empatizar con nuestros congéneres. Si el miedo y el rechazo, que a veces aprendemos culturalmente, no bloquean estos mecanismos naturales de ayuda y cooperación entre humanos estos se expresan de manera natural cuando aparece la situación.
Experimento social:
Nuestras neuronas espejo se activan cuando un ser humano necesita ayuda, ya sea en la realidad, en una película o ante las imágenes de un telediario.
Brindar ayuda activa los circuitos neuronales de recompensa, por lo que nos sentimos bien ayudando a los demás; nuestro cerebro libera endorfinas y mejora nuestro estado de ánimo.
Salir de nuestro ombligo y estar disponibles para los demás en nuestra familia, círculo de amigos y en el trabajo, nos hace más felices y aporta relaciones más significativas que enriquecen nuestra vida.
En la familia, en el aula, los padres y docentes que generan vínculos emocionales significativos con sus hijos y alumnos los motivan más, mejoran la autoestima y el auto concepto, que son bases para el bienestar.
Cuando una persona se siente bien y arropada por la confianza de los demás da lo mejor de sí; rinde más, aprender mejor.
Estemos disponibles para nuestros hijos, para nuestros alumnos, estemos disponibles para la Vida. Y generemos en nuestros hogares y centros, en nuestras sociedades climas de confianza y bienestar en los que se puedan expresar lo mejor que somos a través de nuestros valores y fortalezas.
Un cambio de actitud es muy poderoso, pues es un cambio que va de adentro, desde lo que somos, a afuera, irradiándose en la convivencia con los demás seres humanos: todos compañeros de camino, en un mismo mundo, bajo el mismo cielo.
Bibliografía: