jueves, enero 05, 2023

Sobre el Comportamiento pasivo-agresivo

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 Comportamiento pasivo-agresivoabrás que es relativamente fácil identificar cuándo una persona es agresiva por el tipo de comportamiento que tiene: grita, se enfada fácilmente, pierde la calma, puede usar la violencia física…

Podemos decir que la rabia que siente se manifiesta abiertamente. Detrás de esa rabia hay un malestar psicológico y una frustración provocada por una falta de autoestima, miedo e inseguridad. Es decir, la persona agresiva se siente vulnerable y utiliza esa agresividad para sentir que tiene el poder y para que los demás no se puedan acercar a él.

¿Qué es el comportamiento pasivo-agresivo?

Es importante recordar el origen de este término y en qué momento se utilizó por primera vez. Fue durante la Segunda Guerra Mundial, cuando un grupo de psiquiatras militares notaron en muchos soldados cierto comportamiento desafiante, en soldados que mostraban cierta resistencia pasiva y además, eran reacios a cumplir órdenes. Lo que había tras estos soldados en realidad era estrés postraumático…

El comportamiento pasivo-agresivo se refiere a conductas caracterizadas por la resistencia indirecta a solicitudes o exigencias de otras personas o instituciones, y la evitación de una confrontación directa. Se puede manifestar como resentimiento, terquedad, desidia o el fracaso intencionado en realizar las tareas requeridas. Por ejemplo, las personas que son pasivo-agresivas pueden tardar tanto en prepararse para una fiesta a la que no desean ir, que para cuando llegan ésta prácticamente ha finalizado.

Se listó como un trastorno de personalidad, y denominado «trastorno de personalidad pasivo-agresivo» (TPPA), en el Axis II en el Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales DSM-III, pero fue finalmente movido al Apéndice B del DSM-IV, y existe actualmente como un trastorno de personalidad «no especificado», bajo la denominación entre paréntesis de trastorno de personalidad negativista, debido a la controversia y a la necesidad de mayor investigación sobre cómo categorizar los comportamientos en una futura edición. En ese punto, Cecil Adams escribe:

«El simple hecho de ser pasivo-agresivo no es un trastorno sino un comportamiento; a veces este es un comportamiento perfectamente racional, que permite evitar la confrontación. Sólo es patológico si es una respuesta habitual, invalidante, que refleja una actitud dominante pesimista».

Cuando el comportamiento es parte de un trastorno, la falta de repercusiones resultante del comportamiento pasivo-agresivo puede llevar a ataques continuos, de tipo pasivo, en conocidos. El tratamiento de este trastorno puede ser difícil, sobre todo porque los esfuerzos por convencer a la persona de que tiene un problema se encuentran con resistencia, y el pasivo-agresivo frecuentemente dejará el tratamiento alegando que no le hacía ningún bien. Como la efectividad de las varias terapias deben ser aún probadas, estos individuos pueden estar en lo cierto.

Las personas con comportamiento pasivo-agresivo expresan sus sentimientos negativos sutilmente a través de sus acciones, en lugar de manejarlas directamente. Esto crea una separación entre lo que dicen y lo que hacen.

Por ejemplo, digamos que alguien propone un plan en el trabajo. Una persona con comportamiento pasivo-agresivo podría oponerse al plan, pero en lugar de expresar su opinión, dice que está de acuerdo. Sin embargo, ya que realmente está en contra del plan, se resiste a seguirlo. Podría, deliberadamente, no cumplir con las fechas de entrega, presentarse tarde a las reuniones y afectar el plan de otras formas.

Este es otro ejemplo: Una mujer estudia con su novio en el mismo lugar. Ella está molesta con él, pero en lugar de decirle que está enojada con él, sube el volumen de su computadora para molestarlo.

Algunas señales comunes del comportamiento pasivo-agresivo incluyen:

  • amargura u hostilidad con las solicitudes de otras personas
  • retrasar algo o cometer errores intencionalmente cuando trabajas en las solicitudes de otras personas
  • tener una conducta cínica, pesimista o agresiva
  • quejarse frecuentemente sobre sentirse menospreciado o engañado

El comportamiento pasivo-agresivo puede ser un síntoma de varios trastornos mentales, pero no se considera una afección de salud mental distinta. Este tipo de comportamiento puede afectar la capacidad de una persona de crear y mantener relaciones saludables, y puede causar problemas en el trabajo.

Sin embargo, existen formas de controlar el comportamiento pasivo-agresivo para que no tenga un efecto negativo en la calidad de vida de una persona.

En Análisis Transaccional, decimos que la persona agresiva está actuando desde su Estado del Yo «Niño Rebelde» porque su miedo no le permite mostrarse tal como es y establecer relaciones auténticas.

En la teoría psicoanalítica del análisis transaccional, muchos tipos de comportamiento pasivo-agresivo se interpretan como «juegos» con una recompensa psicológica oculta, y se clasifican como escenarios estereotípicos con nombres como «Mira lo que me has obligado a hacer» y «Mira cuánto me he esforzado».

La mente del sujeto con personalidad pasivo-agresivo

Cuando tenemos miedo o nos sentimos inseguros por el motivo que sea, en lugar de mostrarnos tal y como somos, adoptamos una conducta adaptativa para protegernos: la sumisión o la rebeldía.

Desde la sumisión, haremos todo lo que los otros quieran para agradarles, pensando que complaciéndoles, obtendremos su afecto y reconocimiento. Son personas que no saben decir que no ni poner límites, que adoptan una posición de victimismo y de dependencia emocional ya que piensan que necesitan de la aprobación de los otros.

Desde la rebeldía, nos crearemos una falsa imagen de autoestima y de autoconfianza para generarnos la sensación de poder y de control. Son las personas que necesitan dominar y humillar a los otros para sentirse mejor consigo mismas. Adoptan un rol de perseguidor y en casos extremos pueden llegar a maltratar física y/o psicológicamente.

Tanto el comportamiento sumiso como el rebelde son relativamente evidentes pues tienen unos patrones relacionales y conductuales bastante definidos y hasta cierto punto predecibles.

Pero, ¿qué pasa con las personas pasivo-agresivas? Son personas que tienen una baja autoestima y una gran inseguridad que les impide mostrar sus verdaderos sentimientos y personalidad. Al igual que la sumisión y la rebledía, es una conducta adaptativa en tanto que la persona utiliza este comportamiento para protegerse. Por tanto, también está actuando desde un Estado del Yo Niño adaptado oscilando entre la sumisión y la rebeldía.

Es precisamente esta oscilación entre la sumisión y la rebeldía lo que hace que sea más díficil de detectar a una persona pasivo agresiva ya que su agresividad no es explícita sino que la ejerce a través de la pasividad.

Es la típica persona que se compromete a hacer algo y de manera sistemática no lo hace, poniendo excusas, diciendo que se ha olvidado, que no ha tenido tiempo y asegura que no volverá a pasar.

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Hay una resistencia a pasar a la acción, a implicarse en una relación, a comprometerse realmente con algo. Es una pasividad constante que afecta a las relaciones que establece bien sean de pareja, de amistad o familiares.

Tiene un carácter pesimista y derrotista que le lleva al victimismo y a la manipulación con frases del tipo: «Si ya sabes que yo intento cambiar, pero es que no lo consigo», «No te das cuenta lo mal que lo estoy pasando, es que todo me pasa a mí», «Yo te quiero pero no sé qué más puedo hacer». Esta combinación conforma un perfil desafiante que provoca un gran desgaste emocional en las personas con las que se relaciona.

Es difícil detectar a una persona pasivo agresiva porque su personalidad confunde ya que puede ser agradable y al mismo tiempo exasperante tanto por su hostilidad camuflada de ironías y sarcasmos como por su pasividad.

Es una persona que no ejerce una agresividad evidente sino que es precisamente su pasividad y su resistencia al cambio lo que constituye una agresividad encubierta que daña la relación y dificulta la convivencia.

¿Qué hay detrás de este tipo de personalidades?

Esto es lo primero que pensamos. ¿Por qué actúan de este modo si, a largo plazo, lo que consiguen es mayor frustración y relaciones sociales disfuncionales?

Estas serían algunas explicaciones:

  • Por lo general, son personas criadas en familias donde no se practica una adecuada gestión emocional.
  • No se les enseñó a canalizar la ira, ni a desahogar el enfado.
  • Cuentan con una baja autoestima.
  • Poco a poco se han dado cuenta de que, controlando a los demás y asumiendo una posición de poder, sus carencias quedan disimuladas.
  • A su vez, en algún momento de su vida percibieron que al desplegar conductas amables y cariñosas logran conseguir aquello que quieren.
  • No saben gestionar sus emociones negativas. Al no lograrlo se intensifica su rabia y la sensación de que el mundo es injusto y nadie les entiende.

Señales del comportamiento pasivo-agresivo

Comportamiento pasivo-agresivo

Usualmente existe una desconexión entre lo que una persona con comportamiento pasivo-agresivo dice y lo que hace. Con frecuencia, su comportamiento enoja a los familiares, amigos y compañeros de trabajo. Sin embargo, es posible que la persona no esté consciente de su comportamiento pasivo-agresivo.

Los ejemplos de este comportamiento incluyen:

  • criticar o protestar frecuentemente
  • estar enojado o irritable
  • aplazar actividades o ser olvidadizo
  • realizar tareas de manera ineficiente
  • actuar con hostilidad o cinismo
  • actuar con obstinación
  • culpar a otras personas
  • quejarse por ser menospreciado
  • mostrar resentimiento por las exigencias de los demás

Causas del comportamiento pasivo-agresivo

No se conoce la causa exacta del comportamiento pasivo-agresivo. Sin embargo, los factores biológicos y ambientales pueden contribuir al desarrollo del comportamiento pasivo-agresivo.

Los investigadores consideran que las personas que muestran comportamientos pasivos-agresivos comienzan a hacerlo en la infancia. El estilo de la paternidad, la dinámica familiar y otras influencias infantiles pueden ser factores que contribuyen.

El abuso infantil, el abandono y los castigos duros también pueden hacer que una persona desarrolle un comportamiento pasivo-agresivo. También se considera que el abuso de sustancias y la baja autoestima causan este tipo de comportamiento.

Las condiciones médicas subyacentes pueden causar conductas que parecen similares al comportamiento pasivo-agresivo. Algunas afecciones de salud mental pueden tener síntomas que son confundidos con comportamiento pasivo-agresivo. Estas afecciones incluyen:

  • trastorno de déficit de atención e hiperactividad
  • estrés
  • desórdenes de ansiedad
  • depresión
  • trastorno conductual
  • trastorno negativista desafiante
  • trastorno bipolar
  • trastorno esquizotípico de la personalidad
  • esquizofrenia
  • abuso de alcohol
  • abstinencia de cocaína

Cómo identificar el comportamiento pasivo-agresivo

El comportamiento pasivo-agresivo no es un trastorno médico, así que un médico no puede diagnosticarlo. Sin embargo, un profesional de la salud mental capacitado puede ayudarte a identificar un problema conductual que requiere tratamiento.

Te preguntará sobre tus síntomas y comportamientos, incluyendo cuándo empezaron y los efectos que tienen en tu vida, trabajo y relaciones.

Si sospechas que puedes estar mostrando comportamiento pasivo-agresivo, programa una cita con un psicólogo. El psicólogo te hará varias preguntas sobre tus síntomas, pensamientos e historia personal.

El médico también te hará preguntas sobre tu infancia y las experiencias que evocan los síntomas. Una vez que identifica los posibles desencadenantes ambientales para tus comportamientos pasivos-agresivos, puede ayudarte a trabajar en ellos.

Un psicólogo también puede referirte a un psiquiatra si considera que puedes tener una afección que requiere medicación. Si el psiquiatra sospecha que el comportamiento es ocasionado por una afección médica no psiquiátrica, puede referirte a un médico de atención primaria.

El médico realizará un examen físico y puede ordenar pruebas neurológicas para determinar si una afección médica está contribuyendo a tu comportamiento pasivo-agresivo. Las pruebas de diagnóstico pueden consistir en pruebas de sangre, un examen neurológico y pruebas de imágenes.

Si observas un comportamiento pasivo-agresivo en una pareja o familiar, es posible que quieras sugerirles que consulten con un psicólogo. Puede ser difícil estar en una relación con una persona que actúa de forma pasiva-agresiva, así que es importante tratarlo.

Signos comunes del trastorno de personalidad pasivo-agresivo

Existen ciertos comportamientos que sirven para identificar a un individuo pasivo-agresivo.

  • Ambigüedad
  • Olvidos y lapsus frecuentes
  • Echar la culpa a otros
  • Tardanza crónica y olvido
  • No expresar hostilidad o enfado de forma abierta
  • Miedo a la autoridad
  • Miedo a la competición
  • Miedo a la intimidad
  • Fomento del caos
  • Ineficiencia intencionada
  • Crear excusas y mentir
  • Obstruccionismo
  • Procrastinación (dejar las cosas para más tarde)
  • Resentimiento
  • Se resiste a sugerencias de otros
  • Sarcasmo

Un individuo pasivo-agresivo puede no tener todas estas características, y puede tener otros comportamientos no pasivos-agresivos..

Características psicológicas de una persona con comportamiento pasivo agresivo

El comportamiento pasivo-agresivo se caracteriza por ser dependiente y manipulador. Su arte sibilino combina además actitudes negativas y el derrotismo que impregna tiene tanta fuerza que arrastra a los demás hasta un desgaste psíquico y emocional muy profundo. Asimismo, estos rasgos conforman un tipo de perfil desafiante, por desgracia muy común y que dificulta toda dinámica de pareja, de amistad y lazo familiar.

Algo que la mayoría sabemos hacer casi al instante es identificar cualquier comportamiento agresivo. Todos, por término medio, disponemos de ese ojo clínico que nos permite advertir a esa persona que por su actitud, comportamiento o forma de comunicarse desprende cierta violencia, cierto aire de superioridad y de agresividad más o menos explícita.

“El miedo generalmente se manifiesta de dos maneras: a través de la agresividad o a través de la sumisión”
-Paulo Coelho-

Además, las personas pasivo agresivas se caracterizan por ser personas con una gran inseguridad, baja autoestima y dependientes emocionalmente. Asimismo, tienen mucho miedo de mostrarse tal como son y de ser rechazados, por eso se protegen constantemente, mostrándose distantes. Todo este malestar emocional hace que sientan mucha rabia y frustración que expresan con esa resistencia y pasividad constante que provoca una agresividad encubierta.

Ahora bien, al pasivo-agresivo no siempre se le ve venir, no siempre es tan sencillo traducir ciertas actitudes, ciertas reacciones que oscilan a menudo entre lo carismático o lo reaccionario. Llama la atención su hostilidad camuflada en ironías, en sarcasmos y falsas “buenas maneras”. Es un tipo de personalidad que confunde, que lleva a equívocos, hasta que poco a poco uno termina siendo consciente del malestar que nos genera esa persona en concreto.

Por otro lado, cabe decir que hasta hace unos años la personalidad pasivo-agresiva se identificaba como un trastorno de la personalidad. Sin en embargo, esta etiqueta clínica desapareció en la cuarta edición del DSM (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) para quedar solo como un tipo de comportamiento, un tipo de personalidad “no patológica”.

En los años 90 se sobrediagnosticó este supuesto trastorno y fue tal la controversia que se llegó al consenso de que no era lógico patologizar la resistencia, el pesimismo o la agresividad encubierta. Solo sería acertado en el caso de una persona que hace uso de esta actitud de forma permanente, reflejando a su vez una actitud dominante, pesimista y muy invalidante.

Comentando las principales características con las que se ha identificado la personalidad de una persona pasivo-agresiva resaltan:

Comportamiento pasivo-agresivo

1 Tienen una doble cara ya que, por un lado, se muestran amables y obedientes y, por otro, están resentidos y enfadados. Esta ambigüedad puede llevar a la persona a comprometerse a hacer alguna cosa y luego no hacerla, poniendo excusas, contando alguna mentira, etc. porque en realidad no tenía una intención real de llevar a cabo lo que había prometido.

2 Procastinan de manera habitual, es decir, no hacen aquello a lo que se habían comprometido, poniendo excusas o culpando a los demás.

3 Siempre culpan a los demás y no asumen la responsabilidad de sus acciones. Adoptan un rol de víctima para evitar asumir que tienen que cambiar su actitud, echando siempre la culpa de todo cuanto les pasa a los demás, a su pareja, a su família, al trabajo, etc. Por tanto, es una manera de mantenerse en la pasividad y en el perfil desafiante.

4 Para evitar asumir su responsabilidad, tienden a mentir, a inventarse excusas y a responder con ambigüedades para que la otra persona no se enfade con ellas. Se olvidan de las cosas expresamente para no asumir responsabilidades.

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5 Tienen miedo al rechazo y por ello no entablan relaciones de intimidad con las personas que les rodean; es decir, evitan dar sus opiniones o expresar sus sentimientos. Si se les pregunta de manera directa por ellos, serán ambiguos, desviarán el tema o se mostrarán impenetrables.

6 No expresan su ira ya que consideran que la rabia es una emoción negativa que debe ser reprimida. Por eso, se muestran complacientes y educados, pero como en el fondo, están llenos de rabia, la expresan con desinterés, con sarcasmos e ironías, incumpliendo con las obligaciones a las que se han comprometido y con la pasividad y resistencia al cambio que les caracteriza.

7 No se comprometen con las personas ni con sus obligaciones. Hacen las cosas cuando quieren y como quieren, lo cual les lleva a tener muchos problemas tanto en sus relaciones como en el trabajo. Y cuando se les llama la atención, piensan que son tratados de manera injusta y adoptarán el papel de víctimas.

8 La rabia que sienten y que no se permiten expresar de manera adecuada la manifiestan a través de la pasividad y de la ambigüedad. Por tanto, la persona pasiva agresiva aparentará querer hacer y comprometerse para luego no hacerlo, poniendo excusas, mintiendo o diciendo que se ha olvidado.

Convivir con una persona pasivo agresiva provoca un gran desgaste emocional porque la persona juega con la confusión, la ambigüedad y la resistencia y cuando se le intenta ayudar, no se deja aunque en apariencia muestre cierta predisposición.

El hecho de que la pasividad incluya una resistencia a realizar las obligaciones normales que cualquier persona tiene que asumir en su vida, provoca muchas dificultades en las relaciones familiares y de pareja, pudiendo llegar a provocar la ruptura de dichas relaciones.

Otras

  • Pasión por criticar a los demás. No hay realidad, persona o matiz cotidiano que se libre de una buena crítica.
  • Cuando los conocemos de verdad, descubrimos que siempre se muestran desagradables e irritados por algo.
  • No obstante, cuando deseen algo de nosotros no dudarán en mostrarse amables, detallistas y tan cálidos como les sea posible.
  • Todo lo que empiezan lo dejan a medias.
  • Son cínicos.
  • Muestran una curiosa habilidad para echar la culpa a los demás, aunque la responsabilidad sea de ellos.
  • Suelen ir de víctimas, son los menos valorados, los menos respetados, los menos felices…
  • Odian la autoridad.
  • Rechazan las sugerencias de otros

El resultado de esta investigación, debe redundar en que te sea fácil evaluar y reconocer los individuos con comportamiento pasivo-agresivo. Más adelante, se expone cómo tratarlos y cómo sería el tratamiento si eres tú según eres evaluado por tus amigos y familiares que desean ayudarte.

El lenguaje del pasivo-agresivo

El comportamiento pasivo-agresivo enmascara siempre una ira camuflada, mal disimulada y que exterioriza especialmente a través del lenguaje. Es común la presencia de indirectas, de las que duelen y de las que cogen por sorpresa a su interlocutor. El uso de mensajes confusos, y hasta contradictorios, también es muy habitual, así como las siguientes frases:

  • “No entiendo qué quieres decirme” (aunque sepan a la perfección lo que les estamos comunicando).
  • “Lo que tú quieras” (afirmaciones con las que abandonan cuanto antes toda discusión para evitar la comunicación emocional sincera y directa).
  • Pero, ¿por qué te pones así? te lo coges todo a la tremenda” (mediante estas frases la persona pasivo-agresiva se sirve de su calma para llevar al limite a su interlocutor, humillándolo).

Hostilidad comportamental y procrastinación

En apariencia, pueden resultar amables y hasta accesibles, pero esta apariencia cae al instante cuando los conocemos un poco más y aparece el auténtico rostro del pasivo-agresivo.

  • Suelen ser huraños y muy críticos con todo aquello que les envuelve.
  • A menudo, pueden ser irrespetuosos, rasgo que les enorgullece porque así se ven a sí mismos como contestatarios, rebeldes…
  • Son adictos a culpabilizar a los demás de casi cualquier cosa.
  • El resentimiento y el malhumor son dos raíces profundas en el corazón del pasivo-agresivo.
  • No les agrada la autoridad ni recibir sugerencias ajenas.

Por otro lado, y acompañando esta hostilidad, está también esa forma de aplazar casi cualquier cosa para mañana. No cumplen lo que prometen, todo lo que empiezan lo dejan a medias, son olvidadizos y no cuidan nada de lo que poseen: ni objetos ni relaciones personales.

Dependencia emocional

Resulta curioso cómo su hostilidad comportamental, sus actitud hostil y desafiante se vincula además con su intensa dependencia emocional hacia los demás.

Su “te desprecio pero te necesito” es sin duda su lema personal más característico, un rasgo que esconde en realidad a un ser débil y empequeñecido por sus inseguridades, a una persona que lo necesita todo de los demás pero que a su vez, vive en la costra amarga de su caparazón.

Tratamiento para el comportamiento pasivo-agresivo

Te pueden referir a un terapeuta u otro profesional de salud mental para consejería. Un terapeuta puede ayudarte a identificar el comportamiento pasivo-agresivo y enseñarte a cambiar tu comportamiento.

También puede ayudarte a trabajar la ira, el resentimiento o los problemas de baja autoestima que pueden estar contribuyendo a tu comportamiento pasivo-agresivo. Incluso puede enseñarte estrategias efectivas para enfrentarlo, incluyendo cómo ver una situación de forma objetiva y cómo resolver problemas de manera saludable.

El entrenamiento asertivo también puede ayudarte a controlar el comportamiento pasivo-agresivo. Estos cursos te enseñan a expresar tus pensamientos y preocupaciones de forma efectiva. Esto puede ayudarte a reducir los comportamientos negativos ocasionados por la ira y la frustración subyacentes.

También existen algunas cosas fáciles que puedes hacer todos los días para eliminar tu comportamiento pasivo-agresivo. Incluyen:

  • Estar consciente de tu comportamiento
  • Intenta comprender por qué actúas y respondes de esa manera.
  • Identificar las posibles razones para tu comportamiento pasivo-agresivo
  • pensar claramente antes de actuar
  • Reflexiona antes de hablar, antes de actuar.
  • Identifica qué es lo que más te afecta, qué es lo que te preocupa e intenta afrontarlo.
  • Tomar un descanso antes de reaccionar a situaciones que te molestan
  • Permanecer optimista
  • Derrota tu negativismo.
  • Practica la conciencia plena.
  • Cultiva tu Inteligencia Emocional.
  • Ser honesto con los demás y expresar tus sentimientos de manera saludable

Cómo tratar el comportamiento pasivo-agresivo

Detrás de un comportamiento pasivo-agresivo pueden existir múltiples puertas traseras donde se esconden realidades a veces muy complejas:depresión, trastorno de ansiedad, trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), una baja autoestima, una mala infancia e incluso determinados factores biológicos o ambientales.

Aunque puede ser un desafío eliminar el comportamiento pasivo-agresivo, especialmente si desarrollaste los comportamientos en la infancia, puedes trabajar para resolverlo.

Ver a un terapeuta para consejería puede ser útil, al igual que cambiar la manera en la que piensas todos los días. Recuerda que eres responsable de tu comportamiento y puedes cambiarlo en cualquier momento.

Existen varias cosas que puedes hacer, dependiendo de cómo expresas el comportamiento pasivo-agresivo. Por ejemplo, si estás tratando con alguien que está saboteando tu trabajo, lleva un registro o diario de cada comportamiento que tuvo (o no tuvo), junto con una descripción de cómo su comportamiento sabotea un plan o proyecto. Sé específico e incluye fechas y horas en tus registros. Confrontar a una persona (frente a tu supervisor) le demostrará a la persona pasiva-agresiva que no tolerarás sus comportamientos, y principalmente, terminará enfocándose en alguien más. Timothy J. Legg, PhD, PMHNP-BC

Qué podemos hacer ante un comportamiento pasivo agresivo?

Es muy posible que la primera idea que se nos venga a la cabeza sobre cómo “lidiar” con una persona pasivo-agresiva sea huir de ella. Bien, cabe decir que no es lo adecuado. No lo es por varias razones.

La primera es que puede que seamos nosotros mismos quienes lo suframos, y la segunda es que no siempre podemos o debemos huir de aquello que nos enturbia o nos es muy complejo.

En primer lugar, tenemos que tener claro que las personas pasivas agresivas tienen una baja autoestima, mucha inseguridad y miedo y una gran dependencia emocional. Su pasividad y estilo desafiante es la manera que tienen de expressar la rabia y el profundo malestar que sienten y que no se atreven o no saben exteriorizar de manera adecuada.

Por tanto, tenemos que ignorar esa agresividad encubierta porque si la persona nota que nos afecta, más la utilizará porque sentirá que así tiene poder sobre nosotros. En cambio, si le restamos importancia, estaremos protegiéndonos del menoscabo psicológico y emocional que conllevan este tipo de relaciones.

Así mismo, es importante que la persona pasivo agresiva busque ayuda profesional para comprender la causa de su rabia y de su profundo malestar para poder canalizarla de manera adecuada y aprender a mantener relaciones auténticas y sinceras.

Si en nuestros entornos más cercanos estamos obligados a tratar con una persona pasiva-agresiva, una de las mejores formas de reducir su impacto sobre nosotros es ignorándolos. Generalmente, el pasivo-agresivo es una persona con una autoestimamuy baja y con escasa asertividad emocional, alguien que no sabe cómo actuar cuando siente que su comportamiento no tiene efecto.

Cuanto más afectados nos vea por sus palabras y actitudes mayor poder obtendrá, pero si percibe que carece de valor para nosotros dejará de insistir y su impacto psicológico en nosotros será menor. No obstante, tal y como hemos señalado, siempre será acertado saber qué hay detrás de este tipo de comportamientos. Si el pasivo-agresivo es un familiar, podemos animarle para que busque ayuda profesional.

Comprender

Dos puntos claves a considerar son:

  • Lo primero que debemos hacer es COMPRENDER. Entender las bases de esta personalidad nos ayudará mucho.
  • Lo segundo es no ceder a su control. Es necesario que pongamos sobre la mesa las consecuencias de sus actos y nuestra negativa a ceder ante lo que no nos gusta o no es lógico.
  • No podemos olvidar que lo que nutre las raíces de la persona pasivo-agresiva es la baja autoestima. Por tanto, algo que teme más que nada es quedarse sola.

Recuerda que no debes ceder ante ellos

Debemos ser asertivos con ellos, poner límites, ser razonables y sugerirles opciones correctas a su comportamiento.

  • Si me hablas con cinismo no confiaré en ti, respétame.
  • Si eres tan negativo lo único que conseguirás es aislarte en tus propios miedos.
  • En lugar de buscar siempre mis defectos y criticarme demuéstrame que eres capaz de ver algo bueno en mí.

Conclusiones

El Trastorno de Personalidad Pasivo-Agresivo (TPPA) se caracteriza por una dualidad en el comportamiento de la persona que lo sufre que afecta a sus relaciones con los demás. Esta ambigüedad está marcada por una conducta pasiva al mismo tiempo que se mezcla con una conducta agresiva.

Así, el TPPA se manifiesta, por ejemplo, en discusiones polémicas, procrastinación, miedo al enfrentamiento, obstinación, tristeza, victimismo y manipulación. El comportamiento de las personas con TPPA les lleva a un sufrimiento emocional constante, al mismo tiempo que produce daño en familiares y amigos que le rodean. Lo ideal para mejorar la vida de las personas con TPPA y de su entorno es acudir en búsqueda de ayuda profesional.