lunes, febrero 24, 2025

Sobre el complejo de dios

Tengo la impresión de que hasta la fecha no se le ha dado la verdadera importancia que merece un tema tan delicado como este acá abordado, considerando su negativa incidencia en la cotidianidad a nivel de las diferentes interrelaciones humanas (familiar, político, empresarial, etc).

En el narcisismo, el sí mismo es grandioso patológico y está infiltrado de agresión primitiva, su sadismo puede ser egosintónico”. Otto F. Kernberg

Conceptualización

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En psicología popular, se denomina «complejo de dios» a la confianza inquebrantable que muestran algunas personas en su habilidad personal, privilegio o infalibilidad, cercana a la que se aplica tradicionalmente al Dios de las religiones monoteístas.

Como contribución al estudio de la personalidad narcisista, Ernest Jones (1913), introduce el término: “complejo de dios”, el cual, aunque no es un término clínico, se emplea comúnmente para describir la personalidad ególatra, pretenciosa, altiva, arrogante y orgullosa. Escribo con minúscula la palabra: “dios”, pues realmente no corresponden a ninguna deidad, simplemente es una creencia sobre la cual rigen su vida, son personas que se sienten superiores a todo lo que les rodea. Cabe mencionar que la personalidad narcisista corresponde a un modelo dominante de grandiosidad, necesidad de admiración y es característica la falta de empatía.

Un exceso de orgullo

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Aquellos que tienen el «complejo de dios» mantienen una firme convicción de que su visión del mundo es suficiente para resolver problemas complejos que van más allá de sus recursos y capacidades reales de resolución, tienen la creencia de que pueden lograr más de lo que es posible, piensan que su opinión es la mejor.

Cuando les proponen otro tipo de solución, es descartada cognitivamente por el individuo, por considerarla inferior a la suya, a pesar de que pudiera ser una verdadera solución a un conflicto dada por un experto en el área, por ejemplo. La rigidez mental y la inflexibilidad es típica en ellos, pues se sienten poseedores de la verdad absoluta. “El fin justifica los medios”, es una frase de Nicolás Maquiavelo, que parece hecha justo a su medida.

Las personas que tienen el «complejo de dios», creen que tienen ese poder característico de algunos dioses, pero muchos tienen una incapacidad para amar, que pueden enmascarar, incluso bajo buenas obras, pero en realidad tratan de llegar a sus propios objetivos que casi siempre resultan egoístas.

¿Cómo piensan las personas con «complejo de dios»?

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Lo peligroso de tener este complejo, es que las creencias del sujeto pueden hacerlo creer que está por encima de su especie y de las otras especies que cohabitan la Tierra, por lo que pueden infringir los derechos humanos, actuar en oposición a las leyes de la sociedad y atentar contra toda clase de vida que consideren innecesaria sin piedad alguna, utilizar el abuso y la violencia sexual, sentirse con el derecho de privar de la libertad a otros y utilizarlos para cumplir con sus planes egosintónicos, pues tienen la creencia de que son seres superiores.

Una persona con un «complejo de dios» puede negarse a admitir la posibilidad de cometer un error o fallo, incluso frente a problemas complejos o tareas difíciles o imposibles; además, puede considerar sus opiniones personales como incuestionablemente correctas. El individuo puede ignorar las reglas de la sociedad y requerir una consideración especial o privilegios.

Son personas ufanas y con alto grado de orgullo que creen poder entender de qué manera funciona el mundo, son personajes jugando a ser los dioses de su pequeño y constreñido mundo. Tim Harford afirmó que es frecuente encontrar el «complejo de dios» en los líderes de empresas y de nuestra sociedad, así como entre las figuras políticas.

Aquel que lo padece se sentirá superior a los demás en todos los sentidos. Así, creerá que siempre tiene la razón y al mismo tiempo subestimará cualquier otra. De ese modo, será imposible intercambiar ideas con él dado que su nivel de cerrazón y tozudez se encuentran al máximo.

La persona posee un yo engrandecido, impermeable a las críticas propias y ajenas.

Existe una íntima relación entre este Complejo y los trastornos narcisistas de la personalidad, cuya expresión más popular podría ser la megalomanía, tristemente visible en más de un dirigente político.

El «complejo de dios» en la empresa

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Ahora bien. ¿Te has puesto a pensar alguna vez cuánto incide el narcisismo propio en la dinámica del conjunto? Más… ¿podrías imaginar cómo sería una empresa con la mayoría de sus integrantes con estas características? Y última, ¿no te parece que el «complejo de dios» es capaz de instalarse en el ADN organizacional y anclarse fuertemente a su cultura? Esto sería un problema serio. Imaginemos una empresa que se crea capaz de todo, sin fallas ni máculas.. que miedo, no?... Por eso hoy quiero que pensemos juntos las diez señales para detectarlo a tiempo y así poder cambiarlo.

1. Alta resistencia a los cambios

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Solo son capaces de modificar sus ideas y conductas aquellos que se animan a cuestionarse, lo que resulta totalmente ajeno al «complejo de dios».

De este modo, los cambios son vistos exclusivamente como una amenaza y algo que viene desde el exterior a “perturbar la armonía”.

Esta resistencia irá desde los cambios estratégicos como por ejemplo virar un esquema de comercialización a otro, hasta modificaciones menores tales como el horario de trabajo de los colaboradores.

2. Falta de interés por la competencia

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El denominado benchmarking es una práctica frecuente de las empresas de punta.

Consiste en una comparación sistemática con nuestros competidores y ver como estamos en relación a precio, presentación, distribución, etc.

Por el contrario, en las organizaciones como las que se basa este artículo, hay una especie de desprecio por aquellos que disputan al cliente tanto como ellas.

No se las tiene en cuenta bajo la consigna de: “Somos tan buenos que no nos interesa saber en qué andan los otros”.

3. Predominio del estilo de liderazgo directivo

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Utilizando el clásico esquema propuesto por Hersey y Blanchard, que distingue entre conductas directivas y relacionales del líder, en organizaciones con este Complejo veremos el protagonismo de un liderazgo claramente orientado a la tarea más que a las personas.

Luego, serán ascendidos todos los que demuestren estas condiciones, en desmedro de los demás, a quienes incluso podrán considerárselos “flojos”.

4. Foco exclusivo en los resultados más que en el proceso

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Laloux nos habla de las Organizaciones Naranja, identificándolas con la palabra Logro.

Como ejemplo, cita a varias de las multinacionales de mayor renombre, cuyo interés radica en una acumulación sucesiva de éxitos, tanto en niveles de facturación como en número de usuarios.

La sombra que el autor belga les atribuye es la progresiva despersonalización de sus colaboradores, que pasan a un segundo nivel.

Así, los finales son más importantes que el camino y los números se prefieren a las personas.

5. Bajo nivel de experimentación

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La agilidad es equivocarse rápido para aprender mejor. Y eso es lo que hacen las empresas que tienen un propósito claro, más allá de su volumen de ventas.

Son las organizaciones del futuro, esas en las que las personas querrán trabajar.

Lamentablemente esto no ocurre en aquellas afectadas por el «complejo de dios».

Experimentar es asumir que las cosas podrían salir mal. Y eso no se permite en esta cultura.

El elevado temor a equivocarse y la baja tolerancia a la frustración configuran un cóctel nefasto y enfermizo.

6. Decisiones basadas en percepciones más que en datos

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“¿Por qué? Porque somos superiores. Así de simple. No hay Sistema capaz de analizar los hechos como la experiencia nos ha enseñado”.

“¿Organizaciones data driven? ¿Scrum? ¿Kanban? ¿Qué moda pava es esa?”

“Aquí nos basamos en lo que sabemos, y mal no nos ha ido hasta ahora”. Esto también cabe decirlo, la causa para la instalación del «complejo de dios» en la estructura organizacional se corresponde la más de las veces a éxitos reales en el pasado.

7. Escasa innovación puertas adentro

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Podrán ser empresas que lancen productos nuevos al mercado todos los años, pero eso no implica que hacia adentro suceda lo mismo.

Tenemos que comprender que esta contradicción es plenamente posible, dado que una Compañía puede contar con equipos competitivos, formados por profesionales de alta expertise, pero cuya mirada estará puesta siempre en el afuera, en como mejorar la experiencia del cliente o como hacer más amigable tal o cual cosa pero sin embargo en ningún momento se enfocará en la mejora interna.

8. Ausencia de lógica colectiva

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Admitamos que no todas las organizaciones llegan a consolidarla, padezcan o no este Complejo. Lo que sí vale la pena establecer es que en estas últimas, estamos en presencia de su extremo.

Que las personas posean lógica colectiva significa, en la práctica, que son capaces de postergar sus propias necesidades en pos del bien común.

No es poca cosa y, como dije antes, no se trata de una característica frecuente de observar en las Compañías. En el caso que comentamos, su ausencia es palpable ciento por ciento, pudiendo expresarse en un mal clima de trabajo, escasa confianza, comunicación débil y bajísimos niveles de transparencia.

9. Inexistencia de visión compartida

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En términos de Peter Senge, esta visión se compone de la sumatoria de las visiones individuales.

Las percepciones, emociones y sentimientos que cada colaborador posee de la empresa pueden ponerse en común con las de los demás y formar una dirección y rumbo claros hacia el futuro. A esto último lo denomina alineamiento.

Eso es imposible en las organizaciones enfermas del «complejo de dios» ya que cada cual se priorizará por sobre los demás, intentando prevalecer. Y más, será reconocido y posiblemente premiado con un ascenso por ello.

10. Ética relativa tanto hacia dentro como hacia afuera.

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La ética podrá ser considerada un aspecto importante pero estará lejos de ser una guía en la conducta de estas empresas.

Así, podrá incumplirse con los plazos de pago a proveedores, no respetar la zona comercial pactada con un distribuidor, echar sus efluentes hacia un río cercano y contaminarlo…

La razón principal para esto radica en que estas empresas se creen más allá de todo, cual si fueran de otra galaxia (mucho más evolucionada que la nuestra, claro).

El «complejo de dios» en la política

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Un ejemplo del «complejo de dios», podemos encontrarlo representado por algunas figuras políticas actuales, los cuales en sus campañas proponen solucionar problemas verdaderamente complejos con tanta seguridad y un optimismo que resulta contagioso para muchos. Cuando se les pregunta cómo es que lograrán dichos resultados, caen en falacias, en promesas que no cumplirán y una demagogia con acento de infalibilidad casi cínica, de manera que según ellos, podrían resolver muchos complejos problemas sociales en un solo periodo… o más de uno, pues este tipo de personalidad es la que puede sentirse con el derecho de continuar en el poder aunque la realidad demuestre que la construcción de la estructura social puede modificarse en aras del bienestar común y no sólo servir a fines egosintónicos.

Muchos se sienten con el derecho de tomar dinero del “pueblo” para llevar a cabo sus “importantes” planes, son altamente manipuladores y pueden tener cierto encanto, que hace que mucha gente se sienta atraída hacia ellos y los siga.

Las personalidades sumamente narcisistas pueden tener una fusión maligna de pulsiones libidinales y agresivas cargadas (catectizadas) en el sí mismo “loco”, en el que domina fuertemente la agresión. Es muy difícil rescatar las partes dependientes saludables del sí mismo, en su posición entrampada dentro de la estructura narcisista”. Otto F. Kernberg

Son el tipo de persona que puede “eliminar del mapa” a los que sienten que son sus enemigos a como de lugar y al precio que sea, son excesivamente competitivos. Difícilmente generan culpa, especialmente cuando existe el trastorno narcisista de la personalidad aunado a otros, cabe mencionar, que al narcisismo se le considera un trastorno psiquiátrico grave de la personalidad y debe ser atendido como tal.

Es impostergable la necesidad de que los políticos tengan conciencia precisa y honesta de su grado de salud mental. Y esto en política sería un signo de auténtico progreso y madurez social”. A. Cuevas

Cuántas guerras y sangre derramada a lo largo de la historia por personajes que no valoran la vida y se creían superiores a todo lo que estaba a su alrededor; es importante que las nuevas generaciones sean educadas en un ámbito de respeto, hacia ellos mismos, para con las personas de su misma especie y hacia todo aquello que cohabita este planeta.

Conclusión

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Sólo somos arena cósmica flotando en la vastedad del universo. Siempre se puede aprender algo de las personas, hay tesoros ocultos y riqueza en la diversidad característica de las personas, no importando su cultura u origen.

El tener el «complejo de dios», puede ser peligroso, cuando las personas con éstas características están en el poder, resultan ser más nocivos que la dinamita, equivaldría a permitir a un bufón que juegue a ser el pequeño y retorcido dios del mundo. Es importante que se regule, vigile y atienda la salud mental de las personas que se encuentran en la esfera política, representaría un gran avance dentro de la sociedad, pero quizás sólo posible en un mundo utópico y feliz.

En resumen, si en tu organización percibes alguna de estas situaciones, será el momento de decidir si quieres seguir formando parte, intentando cambios desde su interior o por el contrario, habrá llegado la hora de buscar un cambio de empleo…

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